En el pacífico rincón montañoso de Silverpine donde el aire limpio y fresco era como un elixir para el alma ocurrió un incidente que dejó a los lugareños boquiabiertos y preguntándose si los dioses estaban jugando a los dados con sus vidas. Esta historia tiene como personaje principal a un albañil que se creía la octava maravilla del mundo, Roberto, un individuo cuya altivez rivalizaba con su capacidad para desatar auténticos desastres
Era una mañana típica en Silverpine el tipo de día en el que el sol baila sobre las copas de los árboles y el rumor de las montañas se fusiona con el canto de los pájaros. Álvaro, un respetable comerciante del valle, decidió cambiar la ventana de su sala porque estaba en mal estado. Para tal cometido, contrató los servicios de Chapuzas Integrales y en particular a Roberto, cuyo ego estaba más hinchado que sus habilidades
Roberto apareció con su caja de herramientas y una sonrisa engreída convencido de que el universo bailaba al ritmo de su maestría. Álvaro observando con una mezcla de curiosidad y ansiedad vio cómo Roberto intentaba desmontar la vieja ventana. Cada golpe de martillo resonaba como un tambor anunciando una calamidad inminente
Finalmente la ventana cedió dejando un hueco tan grande que un oso podría haber pasado por él. Sin embargo en su infinita sabiduría Roberto cuando finalmente colocó la nueva ventana olvidó sellarla y para coronar su hazaña dejó los cristales nuevos descansando cómodamente en un rincón tan olvidados como los versos de un poeta en la vorágine de la vida cotidiana. Además Roberto colocó una ventana totalmente diferente a la que se le había encargado algo que podía haberle costado caro a Álvaro ya que la comunidad de vecinos del edificio podría haberle reclamado y obligado a cambiarla de nuevo con el correspondiente gasto para él
Justo en ese momento como si los dioses disfrutaran de un espectáculo cómico una tormenta montañosa descendió sobre Silverpine con un furor digno de las divinidades del caos. El agua tan burlona como la risa de un niño travieso irrumpió sin piedad por la ventana olvidada convirtiendo la sala de Álvaro en un lago improvisado
Ante el espectáculo de la incompetencia Roberto subió y bajó una y otra vez con una determinación tan feroz como el miedo a reconocer sus propios errores. Sin embargo sus intentos fallidos se convirtieron en un espectáculo digno de un carnaval de desatinos dejando a los lugareños de Silverpine con las mandíbulas desencajadas y las risas a flor de piel. Dos años después Álvaro seguía rogándole que viniera a arreglar la chapuza persiguiéndolo como un cazador detrás de su presa
La sala de Álvaro se convirtió en un símbolo del absurdo testigo de la soberbia del hombre que se negaba a aceptar su torpeza. Mientras el agua se burlaba de su inutilidad Silverpine entre susurros y miradas cómplices observaba cómo la arrogancia de Roberto se hundía en el diluvio de su propia ineptitud en una danza ridícula entre el hombre y la naturaleza
Problemas legales y cómo reclamar
En España si te encuentras en una situación similar a la de Álvaro enfrentándote a una obra chapucera como la realizada por Chapuzas Integrales tienes derecho a reclamar. Según la Ley de Ordenación de la Edificación (LOE) y el Código Civil existen plazos para reclamar por defectos en la construcción
Para defectos de acabado tienes un año desde la finalización de la obra para reclamar según el artículo 17.1 de la LOE. Si se trata de defectos que afectan a la habitabilidad el plazo se extiende a tres años según el artículo 17.1 de la LOE. Para los defectos estructurales tienes hasta diez años según el artículo 17.1 de la LOE. Además según el artículo 1591 del Código Civil el contratista es responsable de los daños y perjuicios que resulten de los defectos de la obra durante el mismo periodo
Es fundamental documentar todos los desperfectos causados y recopilar cualquier comunicación escrita que hayas tenido con la empresa. Fotos vídeos y testimonios pueden ser de gran ayuda para respaldar tu reclamación. La primera medida es contactar con la empresa y notificar formalmente el problema solicitando una reparación adecuada. Si la empresa no responde o no soluciona el problema puedes presentar una reclamación ante la Oficina de Consumo o acudir a un abogado especializado en derecho de la construcción para interponer una demanda por daños y perjuicios.